Nuestra Historia

«Cádiz era como la meca para muchos inmigrantes procedentes de Cantabria»

Diario de Cádiz

La relación de Andalucía con Cantabria viene de antiguo, porque hacia allí partieron los emigrantes montañeses en busca de fortuna. Unos, de paso a los países de América; otros, conocidos como jándalos, se quedaron en Sevilla, la puerta de salida a ultramar; el resto se estableció en Cádiz, donde también los llamaron ‘chicucos’ en razón de su procedencia y de la corta edad con la que llegaban. La presencia de los cántabros tuvo tanta importancia en el comercio de la ciudad, especialmente en el sector de comestibles, vinos y licores, que «formaban el grupo de origen provincial más numeroso, después de los gaditanos (1730-1823), matriculados en el Consulado de Cádiz para el comercio con América». A finales del siglo XIX eran «más de los dos tercios del total de los comerciantes e industriales minoristas de la ciudad», según los estudios de la profesora Consuelo Soldevilla. Citada durante esos años como «la Montaña del sur», dado el fuerte flujo migratorio, aún hoy, aunque ha descendido el número de cántabros que viven en Cádiz, los nombres de algunos de sus establecimientos evocan a Cantabria.

«Cádiz era como la meca. Cuando se cortó la relación con América, en el siglo XIX, la casi totalidad de los cántabros que se marchaban de su tierra se quedaban en Cádiz, donde muchos iban progresando y abriendo negocios».

*Miguel Ángel Sánchez, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Cantabria, en su libro ‘Cabuérniga en el siglo XVIII. Sociedad y economía’, se basa en buena parte en la amplia documentación dejada por el catastro de Ensenada «donde se recogen todos los datos de la vida de los vecinos de la zona».

Ya por entonces comienza la emigración de los indianos hacia América, aunque por el camino mucho se quedaban en Cádiz, donde crearon una potente núcleo centrado fundamentalmente en el comercio. Eran los ‘chicucos’, muchos atraídos por los propios familiares que ya se encontraban residiendo en Cádiz.

«Frente a otros colectivos, como los gallegos, los montañeses que residían en la ciudad tenían una estructura social muy definida y organizada», que servía para ayudarse unos a otros (tal vez por eso mismo crearon el Centro Cántabro) y mantener la conexión con su tierra de origen, aunque, como reconoce el profesor Sánchez Gómez, «se daban muy pocas situaciones de retorno», sobre todo tras la segunda muitad del siglo XIX y principios del XX, cuando se incrementó el éxodo a Cádiz debido a la crisis ganadera que sufrió Cantabria y a la poca estructura industrial que tenían este territorio.

Un trabajo publicado por José Álvarez, un empresario gaditano estudioso de su comercio, hace mención a que Juan Roig, el presidente de Mercadona, lamentó hace algún tiempo la ausencia entre los españoles de «la cultura del esfuerzo de los bazares chinos». Desconoce, sin duda, el ejemplo de los ‘chicucos’ montañeses, «jóvenes y niños que vivían en el propio establecimiento donde trabajaban. Cuando cerraba el local, tras una larga jornada laboral, dormían en unos finos colchones instalados tras el mostrador. Allí comían, sin apenas días libres y, mucho menos, vacaciones. Los más avispados acababan ascendiendo o bien terminaban por ponerse al frente de la misma tienda o bien montaban su propio negocio donde, a la vez, contaban con sus correspondientes ‘chicucos’. Algunos de esos chavales apenas tenían diez años, y eran cántabros reclamados a la provincia desde Cádiz por familiares y amigos, convertidos ya en comerciantes, los cuales montaron un peculiar sistema de financiación, ayudándose unos a otros para evitar la petición de préstamos bancarios de intereses abusivos, «en clara similitud con lo que hacen ahora las familias asiáticas».